En la primera página del Génesis Tu Espíritu se cernió sobre la faz de las aguas, diste al agua el don de santificar y toda agua viene de los océanos.
Nuestros océanos están bendecidos por El mismo y toda la vida que El puso en nuestro planeta tiene su origen en ellos.
La biodiversidad de la Tierra, el funcionamiento de los diversos biomas y de la atmósfera, los ciclos del agua y el clima dependen de los océanos. Es nuestro deber cuidarlos, son parte fundamental de la Creación.
Pidamos a María, en la advocación de Stella Maris, que cuide de nuestros océanos y de todas las criaturas que los habitan.
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