
La Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la cruz. "Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro".
Esta frase se refiere a un mensaje que enfatiza la importancia de la felicidad en la vida después de la muerte, incluso si eso significa enfrentar dificultades o sufrimientos en la vida terrenal. En la tradición católica, la "Santísima Virgen" se refiere a la Virgen María, madre de Jesucristo. En este contexto, se interpreta que ella está transmitiendo el mensaje de que la felicidad eterna en el cielo es el objetivo más importante, y a veces es necesario aceptar el sufrimiento (simbolizado por "la cruz") en la vida presente para alcanzar esa felicidad futura. Es una enseñanza sobre la importancia de la fe y la perseverancia en momentos difíciles.
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